miércoles, 31 de julio de 2013

"Podré asegurarle que soy la más atenta y obediente sierva de su majestad, sin ninguna reserva..."



De Ana Bolena a Enrique VIII
Verano de 1526

Señor
Corresponde solamente a la augusta mente de un gran rey, a quien la naturaleza ha dado un corazón lleno de generosidad hacia mi sexo, compensar con favores tan extraordinarios una conversación ingenua y corta con una muchacha. Inagotable como es el tesoro de generosidad de su majestad, le ruego considerar que pueda no ser suficiente para su generosidad; porque, si usted recompensa tan leve conversación por regalos tan grandes, ¿qué podrá usted hacer por los que están listos consagrar su obediencia entera a sus deseos? Cuán grandes pueden ser los obsequios que he recibido, y la alegría que siento por ser amada por un rey a quien adoro, y a quien con placer sacrificaría mi corazón. Si la fortuna lo ha hecho digno de ofrecerlo, estaré infinitamente agradecida. El mandato de dama de honor de la reina me induce a pensar que su majestad tiene cierta estima por mí, y puesto que mi ocupación me da medios de verle frecuentemente, podré asegurarle por mis propios labios (lo cual haré en la primera oportunidad) que soy la más atenta y obediente sierva de su majestad, sin ninguna reserva
Ana Bolena. 


lunes, 29 de julio de 2013

"Despierto lleno de pensamientos sobre ti."





París, Diciembre de 1795

Despierto lleno de pensamientos sobre ti  Tu cara y la mala tarde que pasamos ayer me han dejado nervioso. ¡Dulce, incomparable Josephine, qué efecto extraño tienes en mi corazón! ¿Estás enfadada? Veo tu mirada triste. Estás preocupada?... Me duele el alma de pena, y no puede haber descanso para ti  querida; pero ¿aún hay más guardado para mí cuando, rendido a los sentimientos tan profundos que me abruman, dibujo desde tus labios, desde tu corazón, un amor que me consume con fuego? ¡Ah! ¡Fue ayer por la noche que comprendí completamente cuán falsa es la imagen de ti que da tu cara! Estás partiendo al mediodía; Te veré en tres horas. Hasta entonces, mio dulce amor, mil besos; pero no me correspondas ninguno, porque encienden mi sangre.